La joyería y sus orígenes
Las primeras manifestaciones del hombre prehistórico en relación con su adorno personal y su primitiva industria se remonta a las épocas superiores del Paleolítico. O sea de la piedra antigua sin pulimentar, aquellas eras distantes millares, acaso centenares de millones de años, cuando el hombre habitaba en cuevas para buscar abrigo, cazaba con hachas de pedernal desconchado a golpes, renos, mamutes y bisontes, y se pintaba el cuerpo de colores. El próximo paso en procura de mayor vistosidad para su persona, conduce ya a los adornos colgantes. Por falta de instrumentos bastante afilados, el troglodita recurre en un principio a los objetos de fácil manipuleo, que la misma naturaleza les ofrece pródigamente: diminutos crustáceos vivientes o fósiles, caracoles, vertebres de peces y dientes de animales de caza menor. Los pinta de colores simples, los provee de agujeros, los enhebra con cuerda de fibra o tendón y se los cuelga en las extremidades como collares. Los adornos colgantes caracterizan al cazador primitivo y forman parte del ajuar de las sepulturas prehistóricas. A medida que perfecciona sus herramientas de piedra, el hombre de las cavernas utiliza también dientes de lobos y osos, con los cuales forman collares. Algunos de estos dientes los colorea y otros los gravan con toscas figuras geométricas. Ya se observan ciertas diferencias en los dibujos, pero la composición se restringe a las formas mas sencillas.
Para el hombre troglodita estas cadenas significan a la par de un adorno y un recurso apotropeico, pero tiene además valor como trofeo de caza, testimonio elocuente de su arrojo y su valentía, proporcionándole a la vez un destacado lugar en el orden social de las cavernas. Al ultimo periodo de cultura paleolítica los arqueólogos le dieron el nombre de magdaleniense. El lugar que dio motivo para esta denominación fue la estación de la cueva de Madeleine, en Dordoña, Francia, lugar donde se ha descubierto el mayor numero de remanentes de esta época. Los utensilios se han perfeccionado considerablemente, no siendo ya fabricados por golpes sino por presión. Una gran cantidad de sílex, buriles, raspadores y punzones con bordes filosos nos muestran la perfección y la habilidad con la que el hombre de entonces sabia ya trabajar sus herramientas. Notable también es la técnica y el refinamiento que se observan también en sus adornos. Una vea terminada la caza del día y satisfechas inmediatamente después sus necesidades alimenticias, el cazador de renos no careció sin duda de algunos instantes de ocio y solaz que le permitían orientar sus pensamientos e inquietudes hacia una actividad artística creadora. Así empezó a grabar o pintar las paredes de la cavernas, que le servia de hogar y santuario, escenas de su vida o animales que solía cazar, asumiendo la bestia representada un rol mágico; los retrataban con pocos trazos anchos, pero conseguían dar una imagen perfecta del animal, su posición y de sus movimientos en forma casi impresionista que asombra al observador moderno. Igualmente embellecía sus enseres de marfil de los colmillos de mamut, materia apta para labrar esculturas, y los de huesos, astas de reno y lignita, grabando sobre la superficie de lo mismos, con buriles afilados, figuras de animales y hasta motivos vegetales. Las mismas sustancias recortadas en pequeños trozos y labradas les servían sin duda de adornos corporales. Ciertos objetos naturales lo fascinaban por su rareza y las dificultades que se le oponían cuando trataba de conseguirlos, y como no desea privarse de ellos, se ingenio para imitarlos. Los dientes de osos y lobos fueron copiados en otras sustancias mas fáciles de labrar , como el marfil y los cuernos de reno o ciervo, conociéndose también dientes de león imitados con mucha habilidad, pues los hombres del periodo magdaleniense fueron virtuosos tallistas. Mientras tanto, extendía el hombre de la época Paleolítica el radio de sus incursiones, y ávido de cuanto material extraño, raro o brillante podía obtener, recogía pedazos de cristal de roca, serpentina, jade, corales y otras piedras de colores vivos que podían utilizar para fabricar sus adornos o amuletos. De esta manera se explica como la caverna de un cazador de la época cuaternaria, descubierta en Goyat, Bélgica, daba casi la impresión de un museo paleontológico, en otra cueva se encontraba celosamente oculto, un deposito de unas ocho mil pequeñas conchas marinas teñidas de rojo, la décima parte de ellas provistas de perforaciones practicadas sin dudas para poder enhebrarlas. Pero la gran novedad de la cultura magdaleniense y uno de los objetos mas apreciados, fue el ámbar, utilizado probablemente en su estado natural, y que en su era subsiguiente, la Neolítica, hallara una difusión muy vasta. Sencillos collares de huesos, marfil o ámbar en formas similares a la de los botones de hoy, eran ya en aquel entonces adornos que gozaban de general favor, cuando el Paleolítico tocaba su fin.
La joyería y sus orígenes
Historia de la Joyería
La Antigüedad
La historia de la humanidad no se cuenta sin la historia de la joyería. Tal como ocurre con la representación ilustrada, la fabricación de joyas es uno de las artes más antiguas del mundo. Algún pueblo se preveía de conchas, piedras o flores a fin de obtenerse el poder mágico que asignaban a estas joyas. Los poderes mágicos y simbólicos conferidos a las joyas jalonan la historia de la humanidad.
En efecto, en el Egipto antiguo, fuera de su aspecto decorativo, las joyas poseían funciones mágicas y religiosas, tanto por sus formas como por los materiales usados.
Es por esta razón, entre otro, que los hombres llevaban las joyas bien también que por las mujeres. A la semejanza de los mésopotamiens, los egipcios elegían las piedras para su color y su pulido, y no para su escasez o su poder de refracción. Adoraban del cornaline, la turquesa y el lapislázuli-lazuli, concediéndoles virtudes específicas.
La Edad media
En Europa medieval, las joyas se reservaban a los religiosos, a los soberanos así como a los negociantes. La joya era entonces un símbolo de autoridad. Luego democratizándose, se volvió el regalo ideal ofrecido a la persona gustada, adornado con divisas enamoradas glorificando el amor cortesano.
Sin embargo, en algunos países europeos, el puerto de la joya se reservaba estrictamente a las castas más elevadas (los miembros de la familia real y los nobles). Enarbolar una joya era un privilegio reservada antes a la aristocracia.
En Francia, será necesario esperar la revolución para que el puerto de la joya no esté ya vinculado a la clase social. La subida de la burguesía contribuirá a la popularización de la joya. A los XIX siglos II, se volverá una de las colocaciones favoritas de la burguesía fácil.
A los XX siglos II, la joya se encarga de códigos que aparecen tanto en la forma como en los materiales usados. Hoy día, reconocido como un arte de pleno derecho, la joya obtiene una dimensión estética a nuestros comportamientos.
La amatista
Su nombre viene del griego "améthystos" que quiere decir "preservar de la embriaguez". Una leyenda griega dice que Diana que quería proteger una ninfa de los calores de Bacchus, lo habría transformado en piedra amatista.
Es una piedra translúcida, su color varía de la rosa pálida al púrpura al oscuro. La amatista simboliza la austeridad, la sabiduría y la santidad.
Se le confiere el poder de curar picaduras de araña.
Labradorita
La labradorita es un material decorativo muy conocido. Se descubrió a los XVIII siglos en la región de Labrador en el Canadá (de dónde su nombre). Pertenece a una serie isomorfa de minerales conocidos bajo el nombre de plagioclases. Su principal característica es un juego de luz muy vivo debido a su estructura laminar. Cuando se lo inclina esta piedra él se observan reflejos plateados a los colores los más variados y más intensos sobre un fondo gris - verde opaco. Este fenómeno llamado labradorescence se debe a la estructura laminar del mineral. Se conoce una variedad de esta piedra bajo el nombre de spectro, este último ofreciendo a la mirada todos los colores del espectro. A del opposite de la labradorita, el spectrolite tiene un fondo blanco - azul opaco.
La labradorita figura, excepto en la región de Labrador en el Canadá, en Francia (Alto Loira atlántico, - Garona y Córcega), en Finlandia, Noruega y Ucrania.
El tamaño mejor adaptado a esta piedra es el tamaño en calamón o el tamaño en esfera.
Se asigna a esta piedra el poder de absorber las energías negativas, de disolverlos y de proteger a su usuario.
Lapis-lazuli
El lapislázuli - lazuli es resultante de la familia de las sodalitas. Su nombre, según las fuentes procede o del árabe quien significa "piedra azul", o del latín, lapislázuli significando "piedra" y lazuli significando "de azul". es una piedra opaca de color azul añil o profundo.
El lapislázuli - lazuli es una piedra decorativa conocida desde la prehistoria. En la alta antigüedad, los egipcios deseaban esta piedra, considerándolo como la piedra de dioses. Los amuletos en lapislázuli - lazuli se invertían de un poder protector soberano, preservando espíritus de las oscuridad, su color personificando los cielos.
Una leyenda dice también que Apoyo habría grabado las tablas de la ley sobre una placa de lapislázuli - lazuli.
Se imputa a esta gema el poder de estimular nuestra energía, de privar de las tensiones y las depresiones y de reforzar nuestros vínculos tanto en amistad como en amor.
La rodocrosita
La rodocrosita es resultante de la familia de los dialogites. Su nombre procede de su color y su procedencia. En inglés, su nombre significa "inca rosado". Es una piedra opaca o transparente, su color varía de la rosa oscuro al blanco y es la piedra nacional de Argentina, el cuál es el país de su origen.
Se asignan numerosos poderes a esta gema. Favorece la aceptación sí, el seguro y la memoria. Protege angustias, pesadillas, de la tensión y la inquietud.
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